¡Que no jodan! Sobre la invasión escolar a los hogares

Si consideramos  las múltiples escenas escolares que hemos descripto en este blog indudablemente han sido mayoritarias las que ocurren en las aulas. Esto no es casualidad. Ponemos el foco allí porque es un espacio sobre el que se reflexiona poco pese a que nuestra vida docente se juega en gran medida en ese escenario.

Hemos advertido en varios relatos como el espacio áulico era invadido por la familia a través de las facilidades que proveen los medios digitales. Suena el celular en el aula y frente a la mirada inquisitiva del docente suele escucharse la voz de un estudiante que con aire desafiante informa que su madre lo está llamando.  Y lo peor es que muchas veces es cierto.

En ocasión de la desaparición de Santiago Maldonado, un sector no menor de la docencia introdujo el tema en las aulas desafiando el bloqueo informativo de los medios hegemónicos. En esa ocasión un grupo de padres de una venerable escuela tigrense fue a quejarse de la conducta de una docente que se había atrevido a exponer el tema. Llevaban una filmación hecha por un estudiante que mostraba el delito.

La irrupción de los celulares en la vida cotidiana agilizó un proceso de borramiento de las fronteras entre la institución escolar y la familiar. Hay quienes dicen que la separación estricta entre familia, escuela y trabajo que caracterizó a las sociedades disciplinarias está dando a paso a una nueva organización social donde estas fronteras son porosas.  De hecho, lxs estudiantes más jóvenes muchas veces no terminan de entender que diferencia a una situación escolar de una familiar. En ocasión de exponer esta idea en una clase de profesorado una estudiante contó que su hija menor suele llamarla para decirle que la saque de la escuela porque se aburre. La madre, que a su vez  se trae trabajo a la casa, le explica que la escuela no es la familia, que en la escuela se estudia.

Hoy dadas las circunstancias excepcionales que vivimos nos encontramos con una situación donde la escuela invade la familia. Hay múltiples memes que dan cuenta de esto. Uno en particular muestra a una madre que comenta por teléfono refiriéndose a las maestras “La cantidad de cosas que nos mandaron para hacer, ellas no la hacen en un día. Que no jodan!”  Y a continuación se le ocurre que la solución es organizar la casa de acuerdo al horario escolar. Una vez más esta invasión se facilita a través de los medios digitales que permiten el control cruzado derribando las fronteras institucionales.

La pandemia está haciendo visibles muchas situaciones que en circunstancias normales parecen ocultas. La más evidente es que una buena parte de los trabajos que ahora son considerados esenciales constituyen empleos mal remunerados, alienantes, precarios. Pero no es la única novedad que trae la peste.  El violento desembarco de las escuelas en los hogares permite a muchas madres y padres vivir en carne propia y a todo ritmo lo que suele ser el día a día de sus criaturas en situación escolar.

Sin embargo, no sólo se alteró la vida familiar. El mundo escolar también se transformó en un campo de experimentación a partir del control digital pero de eso hablaremos en el próximo envío.  La dimensión de lo que estamos viviendo requiere una capacidad de reflexión que excede largamente las capacidades de quienes solemos escribir estas crónicas. Es un buen momento para que comenten sus pareceres y envíen sus experiencias de Tigre y más allá

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