Luces de alarma en las escuelas

Camino rápido hacia la escuela y en la puerta advierto otra vez las luces verdes del SAME. Viene siendo recurrente la escena. La noche anterior el mismo reflejo verde en los portones del profesorado anunciaba que otro estudiante tenía un “ataque de pánico”. Sorteo a los paramédicos y en el pasillo ya se escucha el griterío que viene de la sala de profesorxs. Decido entrar a la sala a participar de un debate que promete levantar la temperatura en una mañana helada. En la puerta hay una piba de pelo violeta que sin levantar la vista del celular me dice  “Estamos todes loques, profe”

«En la sala de tres tenemos 23 pibes y 17 están usando pañales y se supone que en esa etapa ya no se usan”, comenta una profe que también es directora de un jardín. La de Matemática cuenta que su hija “se desarrolló de golpe” en los años de encierro y ahora no quiere venir a la escuela por los comentarios que le pueden hacer los varones. El Morocho de Filosofía dice que es la segunda vez que un estudiante empieza repentinamente a llorar en su clase sin vínculo aparente con lo que sucede en el aula.  La directora vuelve a intervenir con una nueva anécdota que nos deja en silencio. “Ayer una nena empezó a gritar sin parar porque otro nene la miraba. Nunca había visto algo así”.  

Me propongo  comentar que quizás estas conductas tengan que ver con el prolongado confinamiento y que tal vez este sea el resultado del  #quedate en casa  que acompañamos durante dos años pero no puedo emitir sonido porque escucho el griterío que proviene del salón donde tengo que dar clase. Salgo rápido y cuando estoy llegando a la puerta del aula, me chista la maestra “de especial” y me deja una hoja con una crónica que escribió para el blog. La recuerdo bien porque ella fue la única voz que durante el confinamiento advirtió contra las consecuencias que este  podía tener y pese a que es del sindicato fue de las pocas docentes que promovió la presencialidad. De manera rápida y furiosa me cuenta que las escuelas que frecuentan “son un loquero” y que una vez más falta presencialidad porque el cuerpo docente se sustrae de las escuelas a través del uso indiscriminado de la licencia.  Agrega que está haciendo una actividad con lxs pibxs y algunxs docentes que no escabullen el cuerpo pero la hacen en una plaza. No entiendo demasiado lo que me dice pero antes despedirse me dice que todo lo sucedido está detallado en la crónica.  Le contestó que se la vamos a publicar pero son palabras al viento porque cuando me doy vuelta ya no hay nadie en el pasillo.

Termino la clase, atravieso rutas y barrios desolados camino unas cuadras hacia la última escuela del día y otra vez me sorprende un despliegue de luces. Esta vez son las rojas y azules de la policía municipal que se proyectan contra los muros de la escuela 15. La escena se parece bastante a la de la escuela anterior, solo que en esta ocasión en vez de paramédicos hay policías. Esquivo a las fuerzas del orden y antes de entrar escucho que una portera le dice a una madre: “Se pelearon los de Bancalari con los de Aviación. El director intervino y lo noquearon”. Hablo con la preceptora que está atenta a la vida cotidiana de la escuela y me dice que a ella no le preocupa tanto esto como los dos intentos de suicidio de la semana anterior.

De vuelta en el colectivo que me lleva al puerto, me pongo a anotar en un cuadernito algunos apuntes sobre el día de furia que acabo de atravesar.  Las luces me organizan el pensamiento.  Las luces verdes del SAME asisten a lxs estudiantes que implosionan en ataques de pánico, crisis de angustia o la clasificación médica que se prefiera. Las luces rojas de los patrulleros intervienen sobre los pibes que explosionan y agreden a sus compañeros. Implosión hacia adentro, explosión hacia afuera lo cierto es que estamos asistiendo a una reacción a gran escala. Lxs docentes o se ausentan o  corren tratando de paliar los efectos de un fenómeno del cual se desconocen las causas. Muchxs se apresuran a jubilarse porque a la vuelta de la pandemia dicen “los estudiantes están irreconocibles”. En algunas personas empieza a asentarse la sospecha de que algo de lo ocurrido en la pandemia está actuándose en estos días.

2 comentarios sobre “Luces de alarma en las escuelas

  1. Es muy grave lo que está pasando. En mi escuela se suicidó un pibe la semana pasada. 16 años, colegio preuniversitario (el más prestigiado de la provincia), clase media alta, lleno de actividades. Las autoridades/las adultas no atinan a escucharles. Crisis total.

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  2. Voy a cumplir 70 años. Nunca he vivido una situacion social como la actual. Todos miran como pasan los hechos pero nadie reacciona. Hasta cuando. Todo es terrible. La cantidad de pobres crece dia a dia. No son resultados solo de la pandemia. Es un combo explosivo. Esta sociedad debe despertar urgente !!!!!

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